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¿Panóptico kinésico?  :: 15/08/16


En Antropología Contemporánea del Paisaje, la remisión al panóptico de Foucault parece ineludible. ¿Somos partícipes de un nuevo tipo de prisión tecnológica? Se trata de una microfísica del poder en una versión perfeccionada por engranajes científico-tecnológicos que se nos pasan desapercibidos. Esta plataforma es capaz de erigir y de poner en jaque –de manera simultánea e imperceptible- el fundamento del propio dispositivo de control: la preeminencia de la mirada. El panóptico fue diseñado para ver y controlar todo sin ser percibidos, en una lógica de sistema carcelario para normalizar a sus penitentes-habitantes. Ahora bien ¿los performers son presos del micro-sistema que se instituye entre las cuatro paredes y bajo las distintas modalidades de objetos? ¿O acaso están siempre condenados entre las paredes de sus propios cuerpos?


A su vez, esa matriz normalizadora – ¿sólo del montaje que se despliega frente a nosotros?- contiene lentes que registran con diferentes grados de zoom. Un mecanismo de minuciosas articulaciones que re-producen acaso esa gran maquinaria del mundo, una especie de matrioska en cuyo interior encontramos diferentes focos que permiten captar desde acciones y detalles imperceptibles que son maximizados –sólo posibles gracias a los condenados-intérpretes que se dirigen a la lente y señalan su objetivo-; hasta vistas casi panorámicas de una cámara de seguridad que se proyectan y permiten vigilar e inspeccionar cada movimiento macro de sus prisioneros.


Por otra parte, el espacio es traspasado por cables que cuelgan del techo y por cuerdas que se extienden de una pared a otra, montándose ante nosotros una red de tensiones con diferente intensidad de fuerzas. Los performers unas veces penden de ellos, oscilan regulando su distancia de acuerdo al límite impuesto por las cuerdas-cadenas. Y la primacía de la mirada absoluta cosifica su humanidad. Son entes que devienen objetos para los demás. Parecen condenados a llenar el tiempo en el espacio, su existencia parece reducirse a per-durar. ¿La existencia puede definirse como esa duración? ¿Acaso la rutina no es la repetición de lo mismo sostenida en el tiempo? ¿Y es posible escapar?


Los dispositivos audiovisuales tecnológicos intensifican y re-producen continuamente esa repetición, lo hacen subsistir en sus registros (¿esa perpetuidad les otorga vida propia?) cristalizando el déjà vu de sus cautivos habitantes contemporáneos. Habitantes perpetuados en su condena perpetua.


Meli Watanabe

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